Pensar que Cuba saldría de Volgogrado sin recibir una paliza era algo ilógico y la posibilidad de una goleada histórica en contra era la opción más lógica especialmente después del desmembramiento brutal del seleccionado nacional a manos del Pitirre y su pandilla que incluye a los otros dos mongólicos que responden a los nombres del Pionerito y Papo.
Sin prácticamente ninguna de las figuras que destacaron en los partidos anteriores, a excepción del portero pinareño Raiko Arozarena, con un grupo de niños que sumaban la misma cantidad de minutos que yo en el Campeonato Nacional de Primera: 0.
Con un vestuario roto, dividido en el que ni el director técnico (en plenos arranques histéricos sacando jugadores del grupo de chat de la selección) ni el capitán (que en el mismo chat llamaba abiertamente llamaba idiotas a dos de sus compañeros) mostraban la profesionalidad y ética para estar a la altura de sus puestos.
Con una delegación sin los más mínimos conocimientos de protocolo deportivo y oficial e inmersa más en la bachata política que en la deportiva, para no hablar ya de la consabida deuda de minutos de juego con la que llegaban los jugadores hacían la receta perfecta para el desastre.
Cuando el árbitro pitó el inicio en la arena se acabaron: “los con toda la actitud” “Sin miedo al éxito” y las otras frases facebuceras y trilladas que acostumbramos a ver porque una cosa es ver el león en la jaula y otro tenerlo al frente. Y es que con el frio y los espectadores la bestia se veía más grande y peligrosa de lo que contaban en los libros de cuento y la responsabilidad de pararla sin los medios, ni tácticos, ni técnicos ni futbolísticos que tampoco llegaría desde la banda pues ni el mismo papucho sabía que hacía por aquellos lares.
Contra el marco como de costumbre y rezando a Raiko Cuba clamaba porque aquella pesadilla terminara pronto pero el suplicio sería largo para jugadores y aficionados y esta vez Raiko, primero ni Morgado después sería capaces de un milagro para al menos una derrota digna.
Faltas garrafales en las coberturas, mal parado táctico, errores garrafales en la salida, desnudaban un equipo mal trabajado, mal parado sin idea de cómo se jugaba lo que parecía plantear, un juego defensivo y que para hacer esto hay que saber a quién marcar, a quien cubrir, cuando salir, cuando hacer las coberturas y no solo agrupar gente atrás.
Y si bien el 3-0 inicial fue poco para lo visto en los primeros 45 minutos en el segundo la pesadilla, el castigo fue aun, pero, pues los rusos no solo nos vapulearon como piñata en cumpleaños mexicano sino que se dieron el lujo de canchearnos y arrastrarnos por el patio para hacer aún más grande la vergüenza, sin que Cuba tuviera respuestas pues en la banca no las había ni en hombres ni en ideas y solo el pitazo misericordioso del central al minuto 90 exacto nos sacaba de una de las noches más tristes y vergonzosas del futbol cubano.
Una noche, un resultado que se pudo evitar, un golpe psicológico a nuestros jóvenes que se hubiese impedido si desde las oficinas y el banquillo del seleccionado nacional se hicieran bien las cosas.
Hoy se hablan de los millones que cobran los jugadores rusos, de su ranking FIFA de su Liga y el copón divino como bálsamo para tratar de alimentar nuestro ego pisoteado o justificar lo inevitable. Esas cosas se conocían antes de ir a Rusia, esos factores los sabían Raimundo y todo el mundo, pero a todos los que osamos criticar la selección del rival, lo que podría aportar en el momento en que se encontraba la selección o el trasfondo del mismo se nos criticó, se nos atacó y acusó de odiadores, de resentidos, etc… íbamos a jugar a Rusia, con un grande y eso en la mente realista y ególatra del cubano era lo único que importaba, tal vez por el hecho de vivir en una sociedad tan en debacle y carente de ilusiones cosas como estas estas lo llevan a uno a la catarsis de lo ilógico.
Hoy se acabaron, las frases de arriba, hoy no hay bombazos, ni exclusivas, hoy no se pueden vender noticias, hoy quedan: es lo que hay, se hizo lo que se pudo y otras frases en las que buscamos el conformismo de otras tantas veces, cuando dentro de nosotros sabemos que no se hizo todo lo que se pudo, porque no se llevó a todo lo que hay y si tal vez Rusia nos hubiese goleado con todo y el combo pero la situación hubiese sido muy distinta aunque estoy seguro que a estas alturas de la jornada y con la eliminatoria mundialista a la vuelta de la esquina, con personas sensatas y profesionales moviendo el barco no estaríamos congelándonos los huevos jugando un partido que nada significaba.
Hoy los dedos apuntan sobre Papo y sobre los mediocres del Marrero. Hoy, mañana y pasado se pedirá su renuncia, pero en 15 día todo volverá a la misma rutina de siempre, esa memoria corta del cubano y esa necesidad de “algo” hará soñar con la posibilidad de la llegada de nuevos legionarios a “salvar” al futbol cubano y llevarnos al famoso mundial. Legionarios que venderán sueños, seguidores y likes en Facebook, Twitter y YouTube pero terminarán siendo ese espejismo de siempre que nos lleva a vivir decepción tras decepción y a hundir el futbol cubano más en el lodo.
Se calmarán las aguas y todo volverá a ser como siempre, unos seguiremos siendo los Odiadores, otros seguirán haciendo y deshaciendo a sus anchas y el 0-8, la vergüenza de hoy será solo un hecho anecdótico con muchas fotos en Instagram
Esperamos que algo pase por el bien de nuestro fútbol siempre dije que no debíamos ir tan lejos para crecer con la mirada puesta en las eliminatorias mundialistas
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