Conrado Paz Fernández y Celedonio Basanta Casal fueron dos emigrantes nacidos en Ribadeo y Covas (Viveiro), respectivamente, que, tras mantener una brillante trayectoria futbolística en Cuba, en 1960 y 1961 jugaron en la Selección Cubana de fútbol. Tras la llegada de Fidel Castro al poder, marcharon a Estados Unidos. Sabían que no hay más paraísos que los paraísos perdidos, amaron con pasión a sus localidades de origen y mantuvieron vínculos con ellas hasta sus últimos días. Uno y otro están hoy en el olvido no solo en sus villas natales sino en la propia historia de la emigración gallega que presta escasa o nula atención al deporte en el que algunos paisanos tanto destacaron…
Conrado ?ese fue su nombre futbolístico- nació en Ribadeo el 22 de abril de 1932. Era hijo de Ricardo Paz, Carraspin, fontanero, y de María Antonia Fernández, Tota, que, además de él, tuvieron una hija llamada María Isabel. Alto, atlético, fuerte, bien parecido, era un destacado jugador del Ribadeo C.F. y tocaba el saxofón en la banda de música. Las niñas y los niños ribadenses de los años 50 poco o nada sabían de Pahiño, Zarra o Ben Barek. Su ídolo era Conrado, que jugaba mejor y encima había nacido y vivía en la calle Herradores 1 de Ribadeo.
Emigró por amor
En 1955, el destino se cruzó en su vida y, en un solo momento, Conrado supo, para siempre, quién era él. Se llamaba Jesusa, había nacido y vivía en Cuba donde residían su padre, el catalán Francisco Gil, y su madre, Jesusa Martínez, de Monforte. Los dos jóvenes se conocieron cuando la familia de ella permaneció un tiempo en Ribadeo y él era un notable jugador, referente del equipo de fútbol local.
Se enamoraron y dos años después el viaje que él hizo a Cuba para visitar a su novia no tuvo retorno. Se casaron en 1959, cuando Castro llegó al poder y Cuba aún no era una dictadura sino una república popular y cubana presidida por Eduardo Dorticós y con Fidel como Primer Ministro...
Entre 1957 y el día de su boda, Conrado trabajó en una compañía farmaceútica y, aún recién llegado, jugó al fútbol, como amateur, en el equipo Huracán de La Habana. Ese año ?como ilustran fotos de esta crónica- recibió de manos del Señor Cornejo el diploma de Mejor Jugador del Campeonato.
La revista Gol elogió de él «su juego y su caballerosidad» y, en una noticia titulada «Conrado, un gran jugador» dice que fue «Expreparador de la Federación Española de Fútbol» y que «el mejor elemento del Huracán es el medio Conrado, y no solo de este club sino uno de los mejores jugadores del actual campeonato: Su forma de cortar, sus matemáticos centros, su tiro a puerta, hacen de él un gran jugador. ¡Lástima que Huracán no tenga mejores defensas pues permitirían a Conrado dedicarse más tranquilamente a labores de ataque!».
El ribadense tuvo dos panaderías en Puerto Rico, tocaba la gaita y pintaba paisajes de su infancia
Cuando el régimen castrista abandonó su espíritu inicial y se echó en manos del comunismo soviético, Conrado y Jesusa decidieron, a mediados de 1961, abandonar Cuba como miles de emigrantes gallegos. Tras un pequeño período en Ribadeo, marcharon a Nueva York porque allí tenían amigos que también habían huido de la isla y conocían ofertas de trabajo en el mercado laboral.
Al poco de llegar, Conrado se empleó en una empresa de pintura y decoración. En 1964 nació su hija mayor, Lizette Paz, y dos años después la familia se trasladó a Puerto Rico en cuya capital el ribadense abrió un negocio de panadería llamado La Paz.
El 22 de mayo de 1968 vino al mundo su segundo hijo, Ricardo, hoy residente en Fort Lauderdale (Florida), y en los años ochenta del pasado siglo el ribadense inauguró otra tahona denominada La Coruña.
Conrado regresó con frecuencia a Ribadeo pero en los años 80 y 90 la presencia de toda la familia se hizo habitual en las calles de la villa y aún hace dos años su hijo ?siguiendo la estela del padre- volvió a la localidad. Porque Conrado ?que murió en febrero del año 2011- amaba profundamente a Ribadeo donde era feliz con compañeros de generación como los Vivín o Moncho Cociña y familia, entre otros.
El emigrante y futbolista era una persona muy querida y respetada en la colectividad cubana y gallega por su bonhomía y franqueza. Era un gran amante de la música y tenía devoción por la gaita gallega de la que era un virtuoso. Y cuando se jubiló, fue un notable pintor autodidacta que recreaba el horizonte sentimental de su memoria: un hórreo, una ría, unos pájaros… Sus paraísos, en definitiva, que, en efecto, siempre son los perdidos.
Dos brillantes trayectorias y 22 partidos internacionales
A diferencia de Conrado, que siempre militó en Huracán, Cele Basanta jugó en tres equipos: de 1950 a 1954 en el Real Iberia, el club que aún hoy ostenta el récord de victorias consecutivas (45) del país; de 1954 a 1957 en el Casino Español; y desde 1958 hasta su marcha, en el Club Atlético de La Habana.
El primero en llegar a la Selección fue Basanta en 1955. Fue convocado para disputar la Copa Centroamericana y del Caribe que se disputó ese año en Tegucigalpa (Honduras) y, dos años después, volvió a ser convocado para jugar el mismo campeonato que ese año tuvo su sede en Willemstad (Curaçao).
Conrado y Basanta coincidieron en la Selección Cubana en 1960 para disputar el décimo Campeonato de la Confederación Centroamericana y del Caribe que, ese año, organizó Cuba en La Habana coincidiendo con el 50 aniversario del fútbol en Cuba. El presidente de la República, Dorticós, y el mismo Fidel hicieron el saque de honor. Las selecciones clasificadas para La Habana fueron Antillas Holandesas, Surinam, Costa Rica, Honduras y la propia Cuba. El seleccionador cubano, Mario López Alfonso, convocó como porteros a Julio I. Blanco, José A. Suco, Castañeda y Eloy Martínez; defensas, Agustín F. Valdés, Sarabia, Pilillo, Conrado Paz, Mondelo, Ramón Álvarez y Ramón Mario Valdés; como mediocampistas Ramón Peñalver, Cele Basanta, Federico García y Juvenal Reyes; y como delanteros Lorenzo, Vicentico Pérez, Tony González, Manuel Bobadilla, Torres, Zenaldo García Llorente y Ángel Nini Piedra.
Ese año de 1960, Basanta regresó a Viveiro. Y Conrado volvió a ser llamado por el nuevo seleccionador, José A. Cuervo Castro, para formar parte del seleccionado cubano que disputó en marzo de 1961, en San José de Costa Rica, el X Campeonato Centroamericano. El preparador físico del equipo era el español Pipa Cordero. En total, el jugador de Viveiro vistió en 14 ocasiones la camiseta nacional de Cuba mientras que Conrado Paz, el emigrante de Ribadeo, lo hizo en ocho.
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