Por Aynel Martínez Hernández (Tomado de Cuba Debate)
Hay un momento inicial en la vida de Jorge Luis Corrales donde
empieza a coser zapatos para jugar al fútbol. La madre se va a cumplir
misión a Venezuela. Le envía suelas con tacos. Su padre y su tío Víctor
sabían coser. Le “hicieron” sus primeras zapatillas. Todos juntos
cosían, también, balones. El tío tenía pelotas viejas. Cambiaban la
parte de adentro y se la ponían a una pelota nueva. Después le echaban
aire.
La madre, cuando podía, le enviaba algún otro implemento. Las
condiciones eran difíciles. Había que inventar mucho para poder estar
bien calzado, tener buena ropa para poder entrenar.
Con Víctor entrenaba todos los días. En diferentes lugares. Le enseñó
a patear, a golpear a puerta, a pegarle desde larga distancia, a
recepcionar balones. Después Corrales se va a la EIDE y cada vez que
salía, iba a buscar a Víctor e iban para el Fajardo a jugar contra
muchachos de categorías mayores.
Antes practica béisbol, balonmano, natación. Más tarde le
diagnostican hepatitis. Le dicen que no puede coger sol, que no puede
hacer ningún esfuerzo, que no puede hacer, prácticamente, nada. Le
suspenden todos los deportes. Luego los doctores le hacen otro examen.
Fue un falso positivo.
Juega como mediocampista de contención, como centrocampista
por la izquierda. En algún momento lo prueban de delantero. Después lo
colocan como central. Más adelante terminará como lateral izquierdo.
Van a un torneo en Venezuela hacia donde viaja con la sub-15. Finalizan
primeros. Empiezan a verlo los entrenadores. De ahí lo eligen para la
sub-17, conducida por técnicos como Carlitos y “el zurdo”. Permanece un
año y después pasa a la sub-20. Toda su carrera en el fútbol de mayores
comienza en los terrenos del Pedro Marrero, con el sub-20. En esa última
etapa, participa en una goleada histórica (29-0) sobre Islas Vírgenes
Británicas. Marca un gol.
Llega a la primera categoría. Cuando lo llaman para el campeonato
nacional estaba residiendo en San Cristóbal. No habían hecho la última
división político-administrativa. Empieza a jugar con Pinar del Río. Ese
año terminan subcampeones.
No tiene sus estadísticas guardadas. Solo sabe que dejó de jugar tres partidos por acumulación de amarillas.
Estuvo como refuerzo de Sancti Spíritus en el nacional. Confiaron. Hubo buenas y malas rachas.
Hay, también, una etapa en que la madre se va de misión a Brasil. En
casa, la hermana cocina y limpia. Corrales saca la basura. A veces
friega. A veces recoge su cuarto.
Una vez en la sub-20, Raúl González Triana lo llama en varias ocasiones para los entrenamientos con la mayor. Lo
prueba. Ve sus condiciones. Comienza a incluirlo en las convocatorias.
Todos los DT hacen lo mismo durante los siguientes siete años.
El equipo nacional viaja a Estados Unidos para disputar la Copa Oro 2015. Decide regresar. Tuvo
la oportunidad de quedarse. Si se quedaba, dice, iba a estar ocho años
sin poder volver. No quería estar ocho años sin ver a su madre y su
hermana, explica. Tiempo después de llegar a Cuba, pide permiso a la
Asociación de Fútbol. Les dice que en sus vacaciones iba a ir a EEUU
para visitar a su padre.
En Florida, pasa a jugar en el Fortuna SC, un equipo amateur con
cubanos en su nómina. El Fortuna, dirigido por Mario Lara, es uno de los
mecanismos que tiene Corrales para seguir avanzando y tener minutos.
Entrena también en la Academia de Fútbol J10, una entidad que se
dedica a la instrucción deportiva y al acondicionamiento físico de los
jugadores. Un amigo le habló de ese lugar. El amigo se llama Jay. Es un
“freestyler” que hace malabares con el balón.
De alguna forma, se entera de que el Miami FC, club de la
NASL, está realizando pruebas para captar jugadores. Participa en tres
“try out” (pruebas). A los dos meses le ofrecen un contrato. El
director técnico era Alessandro Nesta, campeón del mundo, de la
Champions, de la Serie A italiana y de otros torneos. Paolo Maldini es
copropietario. “Corrales es uno de los jugadores más interesantes con
los que he tenido oportunidad de trabajar”, dice Nesta. Luego lo alinea
como titular en el primer partido de la temporada. Lo expulsan. El
defensor dice que, probablemente, haya sido por inexperiencia. No vuelve
a disputar un minuto con el Miami FC. A mitad de temporada no lo
quisieron más allí.
Luego se va al Fort Lauderdale Strikers, de la misma
división. Juega siempre. Comparte con figuras como Amauri, exdelantero
de varios equipos italianos, entre otros, y Kleberson, campeón mundial
con Brasil en 2002. El club comienza a tener problemas
económicos y lo suspenden de la competición. Luego lo venden. Corrales
empieza a trabajar. No hubo otra opción. Comienza en un “warehouse”, que
era un almacén donde descargaban cosas. Trabajaba allí descargando
objetos. Terminaba y se iba por la noche a jugar y entrenar.
Confiesa que pensó quedarse ahí para seguir trabajando, pero no aparecía ningún equipo.
Casualmente, el director técnico del rival contra el que jugó el último
partido con el Fort Lauderdale Strikers, iba a empezar un nuevo
proyecto al año siguiente con el Tulsa Roughnecks, un equipo de la USL,
otro de los torneos del sistema de ligas de EEUU. Habla con él. Le dice
que lo quiere para la temporada. Parte para Oklahoma.
Allá, el recibimiento es excelente. Había grandes personas dedicadas
al oficio. Ese año, el Chicago Fire de la MLS elige al Tulsa como
afiliado, como parte de su franquicia.
Cuando estaba finalizando la temporada con el Roughnecks, lo
llaman desde el Fire para probarlo. Viaja a Chicago. Está ahí durante
una semana. Al terminar el primer día del entrenamiento, el “coach” le
dice que está muy contento con él, que lo necesitaba. Una sorpresa, como
tantas otras. Lo primero que hace es escribirle a su madre.
Llega a un vestuario “honrado, humilde, comprometido”. Ahí se
encuentra a Bastian Schweinsteiger, campeón de Bundesliga, Champions y
del Mundial de Brasil, en 2014. Se queda mirándolo. El alemán lo saluda.
Le pregunta si era cubano. Le da la bienvenida.
El nivel de la MLS ha aumentado enormemente, en parte, gracias a la
llegada de las superestrellas europeas. La competición ha crecido y eso
eleva, de forma inevitable, la parte individual. Cada partido es más
complicado. Los más difíciles de marcar, dice, han sido Carlos Vela y Wayne Rooney.
De dos a cuatro veces por semana, llegan al camerino y les hacen
algunas pruebas para ver el porciento de sueño durante la noche
anterior. Eso le da a conocer a los entrenadores, de forma general, cómo
debería ser el entrenamiento, si debe ser más fuerte o más lento.
Tienen también, explica, camisetas que miden el pulso, la resistencia.
Es esa la principal diferencia con el fútbol cubano, comenta.
Uno de los partidos que recuerda con más cariño es el primero de la
temporada, el 10 de marzo de este año. Juega un minuto. Toca el balón
quizás dos veces. Dice que es un orgullo y un honor haber salido como
suplente. Ese día, el Sporting Kansas City llevaba ventaja de 2-0. El
Fire remontó y se puso por delante. Después el Kansas le dio la vuelta.
En el minuto 93 entró Corrales por Matt Polster.
El 26 de mayo alinea como titular por primera vez. Juega todo el
partido contra el Orlando City. Completa 27 pases. Falla seis. Cuatro de
esos seis son centros, según números del Blog de Fútbol Cubano.
Cuatro días más tarde, reaparece en el once inicial ante el
Philadelphia Union. De acuerdo con este propio sitio, el pinareño se
adelanta en el terreno y llega a completar 28 pases en cancha del rival,
“once de ellos en las cercanías del área grande”.
Su tercera titularidad consecutiva sucede contra el San José
Earthquakes. Al final del partido, el índice Audi, métrica que utilizan
en esa liga para evaluar la actuación de cada jugador, lo sitúa como el
cuarto mejor de su equipo en la noche, luego de 44 pases finalizados en
50 intentos y 11 recuperaciones de balón.
A fines de junio, el Chicago Fire juega contra el Seattle Sounders.
Osvaldo Alonso, pinareño también, es una de las grandes figuras de ese
club desde hace casi diez años. El encuentro termina 1-1. “Ozzie”
completa los 53 pases que intenta y recupera siete veces el balón.
Corrales finaliza 33 de 35 y rescata la esférica en seis oportunidades.
Al terminar el partido, intercambian camisetas. Cuando Corrales, en
categorías inferiores, iba a entrenar con los mayores, Alonso era un
referente.
Después se lesionará en un choque con Jozy Altidore. El ex del
Villarreal y Hull City le propina un codazo en la cara. El entrenador,
Paunovic, lo deja recuperarse. A fines de agosto sufre una rotura
fibrilar. Vuelve a jugar a fines de septiembre frente a Los Ángeles FC.
Aparece como lateral derecho. Es zurdo.
Hace un tiempo, comienza a hacer todo lo posible por
contactar con la Asociación de Fútbol de Cuba. A través de diferentes
vías y personas, consigue números de teléfono, correos electrónicos.
Quiere que sepan que él, su club y su agente están dispuestos a que
regrese a la selección nacional. Confía en que están tratando de hacer
lo posible para que todo quede en orden por la parte legal.
***
Corrales habla de entrar en el Pedro Marrero, de los significados del
Marrero, de la sub-17, de la mayor. En su club, dice, hay dos jugadores
que son internacionales. Cada vez que los convocan, triste, se acuerda
de Cuba. Probablemente todo en el fútbol tenga que ver con la
casi-consigna del vasco Galder Reguera: “al final, uno no es del equipo que le hace sonreír, sino del que le hace llorar”.
Muy triste que un jugador tenga que estarle cayendo atrás a los incompetentes de la Federación Cubana para jugar por su país cuando tenía que ser al revés, pero eso es Cuba amigos. Ya solo esto nos indica que algo muy malo sucede allí y que nada tiene que ver con el futbol.
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