Lo primero será ver el estado físico de los nuestros después de la batalla campal frente a Honduras donde se cometieron 58 faltas (si no es decir es buen acerque) y se jugaron casi 130 minutos, para ser conservadores con el tiempo, en un campo en muy malas condiciones, algo que si bien terminó ayudando en el accionar de nuestro equipo termina por poner más cargas a las piernas de los muchachos.
Segundo será el aspecto psicológico del seleccionado que tras obtener el objetivo que se habían trabajado. Normal en estas condiciones que se vaya de un nivel alto de tensión y éxtasis a uno de relajación que puede tener efectos negativos el el aspecto de concentración de los jugadores, para no mencionar ya los efectos post celebración.
Señalar también un aspecto externo y es la utilización o no del VAR en jugadas que puedan ser complicadas, un factor este que ha golpeado negativamente a los nuestros, como fue en el caso del primer partido en el que se anuló la expulsión del portero de Costa Rica por una falta que había ocurrido antes (curiosamente el gol del triunfo de México frente a Costa Rica vino de una jugada similar y que no fue revisada por el VAR), a las que hay que sumar el posible penalti a favor que no se revisa en el primer tiempo del partido frente a Honduras y después la inconsebible expulsión en el alargue en una tarjeta roja que solo vieron los muchachos de impartir justicia o injusticia esa noche.
Y por último volver a pedirle a la Virgen o a los caracoles o a quien usted crea para tener la misma suerte que frente a los Hondureños que solo pudieron marcar un gol a pesar de haber disparado a puerta en 26 ocasiones.
De conseguir el triunfo y colarse en la final. El seleccionado cubano estaría, como mínimo, igualando sus mejores actuaciones en estos torneos que se remonta a los años 1970 y 1974 cuando se obtuvo el segundo lugar del Torneo.
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