martes, 2 de junio de 2020

Sergio Alonso, las dos caras del Centenario de Cali


Club Deportivo Centro Gallego
En Julio de 1937 el Campeón de Cuba, el Centro Deportivo Gallego obtuvo una de las más brillantes de un Club Cubano de Futbol al proclamarse Campeón del Torneo por el Centenario de la Fundación de la ciudad de Cali Colombia.
Equipos de México, Argentina y Colombia no pudieron detener un equipo Alacrán que logró alzar el Trofeo una gesta que se vio opacada por uno de los eventos más tristes de la historia del futbol cubano, el fallecimiento del jugador Sergio Alfonso López.
Tras una victoria en su debut los cubanos debieron enfrentarse al conjunto mexicano, en un partido en el que los aztecas tras verse debajo en el marcador y ante la imposibilitados de contener el juego de los Alacranes recurren al juego brusco bajo la impunidad del central del partido.

Así se llegaba a los 10 minutos de la segunda mitad cuando Sergio se escapa y cuando se dispone a Chutar recibe una patada violenta de De la Torre que lo derriba y lo deja en el suelo sin sentido.
Chorens y el resto del seleccionado cubano se avalancha sobre el juez del partido pidiendo justicia y este decide expulsar al agresor lo que fue como abrir la caja de Pandora, pues mientras Sergio era conducido en ambulancia al hospital mostrando claras muestras de dolor, en el terreno se armó una batalla campal en la que los puños volaron de un lado a otro y que solo la intervención de entrenadores y masajistas logró controlar.
Mientras sus compañeros cerraban la goleada frente a los mexicanos Sergio era chequeado en la clínica a la que había sido trasladado.
Tras los primeros exámenes y leve mejoría  de Sergio el jugador cubano es dado de alto de la clínica a la que había sido trasladado para que su observación continuara en las habitaciones del hotel donde se encontraba la delegación, pero con el trascurso de las horas el cuadro del mediocampista cubano comienza a deteriorarse por lo que es trasladado a la clínica Quiñones en donde los doctores deciden que es necesario intervenirlo quirúrgicamente pero su delicado estado de salud hace demasiado riesgosa la operación. Es por ello que se recurre a una transfusión sanguínea la cual se realiza en horas de la tarde con sangre donada por Juan Alonso, hermano, también integrante de la delegación.
La medida parece ser acertada y hay una cierta mejoría en la salud de Sergio, por lo que a la una de la mañana del 25 de Julio los doctores Quiñones y Octavio Machado, un médico cubano que acompañaba a la delegación deciden iniciar el procedimiento quirúrgico, sin embargo media hora más tarde y a pesar de los esfuerzos médico Sergio pierde su batalla contra la muerte.
Al momento de su muerte Sergio Alonso López contaba con apenas 25 años y dejaba una esposa y dos hijos.
La noticia de su muerte estremeció no solo a toda la delegación cubana de la que se temió abandonara los juegos, sino a todos los participantes en la competencia y al pueblo de Cali que acudió de manera multitudinaria al sepelio del jugador.
El golpe fue duro para la delegación cubana, que en contra de lo que se pensaba, continuó su participación en el Torneo produciendo otro momento estremecedor, cuando, a solo unas horas de la muerte de Sergio Alonso, los Gallegos, salieron a la cancha para enfrentarse a los argentinos, con Juan Alonso, ocupando la posición de su hermano en el terreno.
Si bien se trató de repatriar el cadáver inmediatamente no se logró hacer pues el jugador ya había sido enterrado en tierras caleñas, es por ello que cuatro meses después y aprovechando la visita de uno de los buques de Guerra de la Marina Nacional en Colombia se hicieron todos los tramites necesario para que sus restos regresaran a su patria.
Los restos mortales del joven jugador llegaron al puerto de La Habana el 18 de enero a las 11 de la mañana a bordo del Buque de Guerra “Cuba” de la Marina de Guerra Constitucional desembarcando en el muelle de Luz donde se reunieron además de una gran cantidad de fanáticos, así como representaciones de las autoridades civiles y militares, de los clubs así como familiares del jugador galleguista.
Tras el desembarco, su ataúd fue llevado por seis de sus compañeros de aquel infortunado día, Chorens, Barquín, Benito, Cubanaleco, Tuñas y Bolillo lo llevaron en hombros hasta el carro fúnebre desde donde se partió hasta el Palacio Social del Centro Gallego donde se le rindieron honores hasta las tres y media de la tarde cuando fue trasladado hasta su última morada, el Panteón de la Beneficencia Gallega donde se le dio sepultura, cerrándose así una de las paginas más emotivas y tristes de nuestro futbol.


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