Por: Alexander Dominguez (Tomado de OnCuba)
Adrián Arturo Diz Pe aterrizó un día de 2015 en Estados Unidos luego
de tomar la decisión de cambiar el rumbo de su vida. Llegó solo y con un
buen recaudo de incertidumbre escondida en su mochila, lista para
hacerle compañía mientras pudiera. Remó a contracorriente y, en
ocasiones, se pensó tan aislado como portero de equipo grande que
observa el partido desde el arco opuesto a la acción.
No se derrumbó.
A
veces el temor le opacó el ímpetu, pero siguió empujando, aupado en sus
propósitos y el altruismo de sus amigos. Llegar a un país desconocido y
triunfar es una consigna demasiado perfecta para quien la escucha a lo
lejos.
No es una novela. Algunas realidades parecen tan duras
desde la distancia de quien no las vive. Lejos de ser dramatismos,
ilustran con precisión algunas situaciones de la vida. Diz Pe cuenta su
historia desde una casa enorme donde radica junto a uno de sus
compañeros de equipo. Tanto espacio acrecienta la soledad.
Por el
día, mientras puede, entra en algunos chats y conversa con su gente de
Cuba. La última pregunta, sin embargo, la respondió en medio de una
calle cualquiera de Portland, a las siete de la noche, con algunos
problemas todavía por resolver. A Diz Pe las dificultades le han
intentado oscurecer el camino.
Con siete años entró a una cancha por primera vez. La atracción fue
tal que a partir de ese momento no pudo desprenderse del balón. Por
aquel entonces, su hermano estuvo a punto de integrar la selección
nacional, pero en definitiva decidió dedicarse a la medicina. Fue esta
la inspiración de Arturo, quien jugó en el medio del campo hasta que
integró al equipo Cuba sub 17, cuando logró premiar el amor de su padre
por este deporte reconvertido en zaguero.
En la categoría 9-10
logró, incluso, marcar goles en la delantera. Fue una etapa irrepetible
del fútbol habanero, con una rivalidad sin parangón en torneos
provinciales, aderezadas con nombres de la talla de Yaudel Lahera, Andy
Baquero, Yolexis Collado, Daniel Luis Sáez, Darío Suárez… Muchos de
ellos han desaparecido del panorama cubano. La selección sería mucho más
fuerte con su presencia. Fue, sin dudas, una “generación muy bonita”.
El
talento de Diz Pe llamó la atención de inmediato, superando incluso su
timidez juvenil, que le hizo pensar que no tenía nivel para el equipo
Cuba: “Recuerdo muy bien cuando llegué por primera vez al Marrero, a la
preselección sub 17, era muy introvertido, creí que jamás podría entrar
en el equipo.
“Dairon Pérez me dijo que ya estábamos dentro, pero
yo seguía incrédulo, veía jugadores muy buenos y en el mediocampo no
cabía. Entonces me colocaron en el centro de la defensa, entrené muy
fuerte y poco a poco me convertí en capitán del equipo, a base de
trabajo diario. Solo entonces pensé que tenía amarrado el caballo”.
A partir de ese momento sucedieron grandes partidos para el fútbol
cubano en los cuales llevó el brazalete de capitán. Confiesa que la clasificación
al Mundial sub 20 de Turquía, en 2013, fue una etapa muy importante en
su carrera, pero en los Centroamericanos del año siguiente la sensación
fue inigualable, pues el ambiente desprendía una tensión especial al
estar conscientes de que podían ganar una medalla. Son los dos eventos
que evoca con más cariño el habanero de 24 años.
“Recuerdo que fue
en Puebla, México, la clasificación al Mundial. Pasamos la primera
ronda y llegamos a los partidos decisivos. Veíamos los juegos del resto
de los equipos y en las gradas había muchos representantes de jugadores
que hablaban con nosotros y nos querían. Siempre nos alejaron de esa
gente. Pero era un equipo con muy buena vibra, éramos una familia”,
narra Diz Pe sobre el proceso de obtención del cupo rumbo a la cita
universal.
Antes de Veracruz 2014, dice, sí realizaron una
preparación previa de casi un mes en México: “Llegamos con jugadores
lesionados y tropezamos con muchas cosas que nos afectaron. Lo que sí es
seguro es que era un buen equipo, Triana lo conformó a su forma, nos
apoyábamos mucho y entre todos resolvíamos los problemas”.
Sorprende
escuchar, sin embargo, que la experiencia mundialista deje en la
memoria de Diz Pe casi tantas penas como buenos momentos. “Pese al tipo
de evento que era, no vivimos ese ambiente típico del Mundial, porque
llegamos y no teníamos ropa, los bultos estaban extraviados, la Joma no
había mandado las cosas todavía, entonces los problemas opacaron un poco
esa sensación. Jugamos tres partidos y nos fuimos. Para mí, y lo digo
de corazón, no fue como esperaba”.
En Veracruz, un árbitro apagó las esperanzas de los jóvenes cubanos,
con una falta sacada de su imaginario que dio el empate a México. Fue
algo feo, reconoce Diz Pe, que provocó un dolor incurable entre los
jugadores. Los propios aficionados locales abucheaban el despojo que
estaban presenciando. Sin embargo, el equipo se llevó una presea de
bronce vista por muchos como el mejor resultado de la delegación cubana
en los Centroamericanos. En todo el país se habló de fútbol durante
días.
A partir de ahí aparecieron una serie de infortunios en la
carrera de Arturo que provocaron su marcha a los Estados Unidos. En un
Preolímpico dio positivo a las pruebas realizadas por la Agencia
Antidoping. Nunca tomó nada, lo repite una y otra vez, convencido de su
inocencia.
“Jugué fútbol toda la vida y jamás tomé nada para
mejorar mi rendimiento. Eso es una locura. Quien me conoce lo sabe. En
esa situación nadie me apoyó, quisieron dejar las cosas como estaban,
sin importar mi carrera. Estuve dos años sin jugar al fútbol y pasé un
trabajo que la gente ni se imagina. Todo pudo ser distinto”, confiesa.
Tras
dar positivo al control antidoping, a Diz Pe le hicieron una propuesta
de “jugar, durante ese período de dos años, el campeonato nacional
escondido, para luego volver a la selección.
“Dijeron que no había
dinero para apelar el caso, pero yo no podía admitir eso, que se dieran
por vencidos, jamás me dopé y pedí la solicitud para ir a Canadá a ver
el segundo frasco con las pruebas de doping. Tuve que pagar muchas cosas
porque, según ellos, no había presupuesto. Los 160 dólares míos y del
médico para conseguir la visa salieron de mi bolsillo”.
Ante ello, Arturo tomó la decisión de probar fortuna en los Estados
Unidos: “Lo que me hicieron con el doping fue o manipulación o un error
de alguien. Pero no fue solo eso. Cada puerta que se me abría, me la
cerraban al instante. Como desertores entonces quedamos los atletas,
siempre los malos somos nosotros, pero nadie sabe lo que hacen quienes
mandan, lo que intentan para que no salgamos adelante”.
Otras
situaciones le afectaron demasiado en Cuba, como la oportunidad
frustrada de ir a entrenar con un club francés. Un representante fue a
Cuba y le garantizó todo. Le dijeron que sí en La Habana y el agente
compró el boleto aéreo y facilitó las condiciones para su estancia en
Europa. Un día antes lo llaman y le dicen que ya no iría, tenía que
quedarse para el amistoso contra el Cosmos. Un amistoso lo puede jugar
cualquiera, espeta. Todo estaba pagado y el representante perdió su
dinero. No quiso trabajar más con Arturo.
De cualquier forma, la
vida suele sonreír a la gente que lucha por un propósito. Diz Pe llegó a
Estados Unidos y con la ayuda de su amigo Kianz González, otro jugador
formado en Cuba, salió airoso del período de pruebas con el Portland
Timbers 2, de la United Soccer League (USL). Sin embargo, los dos años
de sanción lo apartaron. Héctor Morales y Darío Suárez también le
tendieron sus manos.
“En ese período hice de todo un poco. Los dos
primeros meses estuve con mis amigos Darío y Héctor y a veces cobraba
por jugar fútbol. Después me fui para Miami y la situación fue peor,
empecé en una compañía de limpiar langostas y salía llorando todos los
días. Después estuve en McDonals y terminé en una compañía de Internet o
algo así”, cuenta mientras reconoce que ahora ha alcanzado cierta
estabilidad.
Luego de los dos años lejos de los terrenos, Diz Pe volvió a hacer
las pruebas con el mismo equipo y nuevamente fue escogido. Esta
temporada estuvo allí y jugó una buena cantidad de minutos. Le va “más o
menos bien”. Sin embargo, aún no se siente a su mejor nivel, asegura
que para llegar a Europa tendría que acompañarlo la suerte y ahí él poco
puede hacer.
“A veces me gustaría echar el tiempo atrás, nosotros
sufrimos muchas cosas que nadie sabe. Alcanzamos esos logros y luego
nos sentábamos en nuestras casas y nos preguntábamos qué pasaría
entonces. Éramos jóvenes, disfrutábamos y estábamos contentos siempre,
pero no teníamos motivaciones, ganábamos y no veíamos ningún premio. La
verdad es que fueron etapas muy bonitas que nunca se me irán de la
cabeza, pero también son momentos en que el jugador piensa que corrió y
se sacrificó en vano. Son cosas que duelen”.
-Y ahora, ¿eres feliz?
No
lo soy, pero creo que soy libre. La verdad es que para ser feliz me
falta mi familia. Ni siquiera me dejan ir a Cuba. No entiendo que no
pueda ver a mi mamá. Yo necesito un hogar para alcanzar la felicidad.
Hola Mario y foristas
ResponderBorrarDa tristeza muchas veces leer este tipo de historias, sobre todo por los que un día decidimos emigrar y nos vemos reflejados en esos relatos. Son de esos artículos que vale la pena guardar porque habla el protagonista y nadie mejor que ellos para contarnos por lo que pasan y lo que tienen que aguantar.
Dice Arturo que no es feliz, pero cree que es libre. Con la libertad, se paga un alto precio o mejor dicho te hacen pagar un alto precio. El tomar las riendas de tu vida tiene consecuencias graves y la más grave de ellas es la familia, la separación. Las cosas pudieran ser bien distintas, pero la caverna no quiere, nunca ha querido que nuestros deportistas sean libres de elegir sus contratos y con ello sus vidas y para muestra la oportunidad perdida de Arturo en Europa.
El odio y la envidia que supuran los dirigentes con el bienestar de los demás llega incluso a los que han salido por vía legal y ahí se les cae la careta aperturista y oportunista. Ojalá que un día las cosas cambien en mi país, vaya desgracia que tenemos encima. Saludos, salud y suerte para todos los cubanos y los mejores deseos de bienestar y éxito para Arturo Diz Pe y todos nuestros futbolistas.
Y lo más triste es que es una historia que se repite con los muchachoos que deciden buscar el futuro que le niengan las autoridades por si mismos, no sólo la separación, el exilio, es también ver a pseudo periodistas, algunos que se hacen llamar defensores del futbol cubano, llamarlos traidores, desertores, etc.
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