Futbol Sala Pinareño. Moribundo

A solo unas semanas de iniciarse el Campeonato Nacional de Futbol Sala, la sala 19 de noviembre de la capital provincial de Pinar del Río y sede del equipo verde en este torneo está más cera del 1 y medio de la Carretera de Luis Lazo, mis coterráneos entenderán perfectamente a lo que me refiero, que de albergar cualquier tipo de torneo.

 

El local donde pase muchos días de mi juventud construyendo y otros tantos viendo algún que otro evento deportivo agoniza y muere cayéndose a pedazo ante la impasividad de los responsables por mantener el lugar, más preocupados en ver que pueden embolsillarse que en resolver los problemas que presenta la ya moribunda sala polivalente.

 

Golpeada por el huracán Ian en septiembre del año pasado y por ese llamado Robolución por muchos más la sala polivalente cuenta con un techo que apenas sirve de adorno y es incapaz de contener la lluvia provocando que a la fecha es más fácil estar seco bajo la lluvia en el parqueo de la instalación que dentro de la misma, lo cual ha acelerado tanto el deterioro del tabloncillo principal, de más de 40 años, como los secundarios.

 

Daño al que se le une el de la obligación de mover, para dar espacio a deportes como el futsal y el balonmano, los aros de baloncesto, que sin gomas deben ser arrastrados provocando rupturas, astillamientos y hundimientos de las láminas de madera que conforman, el por así llamarlo, tabloncillo, sin pasar ya a la casi total nulidad de iluminación del recinto.

 

Y mientras el INDER mira hacia otros lares las promesas de proyectos de la AFC quedan como siempre en promesas.

 

Hace un tiempo atrás la Comisión Nacional prometía un proyecto para crear una academia en los espacios inutilizados cumplimiento del cual los pinareños esperan acostados porque ya les han salido cayos donde la espalda pierde el nombre de esperar sentados.

 

Pero si la Polivalente agoniza, el estado de la preparación del equipo pinareño para el Campeonato Nacional la acompaña en su estado crítico.

 

Porterías prácticamente desarmadas, sin redes, que si no son resueltas por los entrenadores no existirían jamás y ni hablar de los uniformes que desaparecen cual acto de magia de David Copperfield y que los atletas y entrenadores deben esperar por la caridad de algún amigo en el exterior a no ser claro está que aparezcan con alguna camiseta del Fortuna la cual pone a correr hasta al más pinto de la paloma para conseguir, aunque sea una para evitar que la F Gótica esté en un tabloncillo de Cuba.

 

Tampoco quedan fuera de la historia los implementos necesarios para la práctica del deporte que terminan en los almacenes de los comisionados y que después pueden ser obtenidos en el Mercado Negro por un “Módico” precio.

 

Una realidad triste que lamentablemente se extiende a otros territorios del país bajo la mirada permisiva y cómplice de los directivos de la AFC más interesados en elementos propagandísticos que en resolver los problemas del día a día del deporte que debería promover y desarrollar.