lunes, 29 de junio de 2020

Benito Carbajales, una estrella fugaz



Nacido en la Habana,  Carbajales dio los primeros pasos en el futbol jugando con el CD Templete, un equipo de barrio junto a su hermano Valentín, los también hermanos Manuel “Pata de Mula” López y Faustino “Chirri”  López, Ernesto y Cosme Gardoqui, Cadenas, Félix y Adolfo “Popo” Llana, J. González, Jesús Gironella y otros.

No era sin embargo un gran aficionado a jugar el deporte, más bien sentía preferencia por verlo, por lo que prefería pararse en la puerta, alejado del grupo que pateaba el cuero y donde debía interactuar poco con el balón, pudiendo así ver el desarrollo del juego.


Cierto día, en una jugada cerca de la portería, se fracturó una pierna al introducirla en uno de los huecos, dejándolo por una temporada inhabilitado y arrepentido de haber jugado al futbol. Pero la afición continuaba y aquel campo improvisado en la explanada del Malecón, junto a la antigua capitanía, recibía diariamente a los que iban aficionándose.

En 1933 con la fundación del Racing FC, Benito siente el deseo de compartir con sus amigos de barrio las victorias y derrotas de su equipo. Así fue como al siguiente año cuando el Racing debió eliminarse con el Athletic de Cristo [ara ingresar en la División B de la Federación de La Habana, se forjó la primera etapa de un sendero de triunfos para aquel joven alto y delgado que con su figura raquítica defendía con coraje el marco rancinguista.

Sus grandes actuaciones no pasan desapercibidas y pronto el Olimpia SC lo llama a sus filas para que el muchacho se fuera adaptando y aprendiendo lo que significaba ser un portero de Serie A, a pesar de que algunos veían en su aspecto físico un hándicap para triunfar en ese futbol y no le auguraban un gran futuro.

Un año después la dicha le sonreía al Benito al entrar al equipo de sus amores: el Centro Gallego, contaban quienes le conocieron que si la carrera del Carbajales hubiese terminado en ese entonces, el modesto muchacho hubiese quedado más que complacido.

Defendiendo los colores de los Alacranes logra levantar el título de Campeón en la Temporada 36-37 y tras la culminación del mismo se embarca con los suyos, como único portero, rumbo a Centroamérica donde vive sensaciones encontradas entre tardes de gloria y otras para el olvido.

Y llega el llamado al seleccionado nacional, a aumenta de peso, ya no es aquel chiquillo flacucho, ahora no es tan rápido como antes, pero si más experimentado lo que le permite seguir brillando y son los chicos del Euzkadi, en su visita a La Habana, en enero de 1938 los que tienen que “padecer” las habilidades del guardameta cubano, viendo estrellándose sus continuos ataques en aquel muchacho salido del Malecón habanero en una actuación que fue reconocida por Lángara y Luis Regueiro tras aquel triunfo del Centro Gallego sobre el Euzkadi tres goles por cero, “es de lo mejor que hemos visto fuera de Europa”.

La desdicha tocaría a su puerta en febrero de ese 1938 cuando su padre fallece repentinamente mientras él se encontraba defendiendo los colores de su querido Centro Gallego en partido válido por el Campeonato de la Serie A habanera.

El duro golpe no hizo flaquear a Carbajales que continuó su inmenso trabajo en el marco Galleguista llegándole así el llamado a formar parte de la selección cubana de futbol que participaría en la Copa del Mundo de Francia en ese mismo 1938.

Su inmensa actuación frente al favorito equipo rumano permite, no solo que el seleccionado cubano logre un empate a tres goles frente a los europeos, si no que le gana una invitación de la radio para comentar el siguiente partido.

La victoria cubana frente los rumanos en el repechaje le permite regresar al campo de juego frente al seleccionado de Suecia, en una tarde gris para los cubanos que terminan recibiendo 8 goles en contra.

Regresa a La Habana y se vuelve a lucir en una nueva serie contra los vascos del Euzkadi y levanta un nuevo título de Campeón de Cuba con el Centro Gallego.

Con la entrada de 1939 Benito sigue asombrando a todos y su altísimo nivel hace que guie a los gallegos a un invicto de 5 jornadas en las que permite un solo gol en contra.

La dicha que vive se interrumpe a mediados de enero cuando debe ingresar en la Benéfica afectado de fiebre y algunos malestares de salud, salud que con los días se va agravando y que hace que el 16 de febrero de 1939 pierda su batalla contra la enfermedad.

Desaparecía así uno de los mejores porteros cubanos quien a pesar su efímera vida deportiva dejó una gran marca en la historia futbolística cubana y en quienes tuvieron la posibilidad de compartir con él y de verlo jugar.

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