sábado, 11 de diciembre de 2021

Futbolista Cubano



Te levantas sin casi haber dormido anoche, los mosquitos, el calor, el jodido apagón te hicieron del sueño una maldita Odisea, apenas pones algo en tu estomago no por dieta matutina, sino porque no hay nada para el desayuno.

Tomas tus tenis, o tu tacos remendados, los nuevos no, esos en los que gástate un pulmón y medio del otro para poder comprar, no, esos son para los juegos, para el Nacional porque sabes que nadie te dará unos para la competencia, porque el “bloqueo” no permite que lleguen los que “compraron” y están detenidos en una aduana aunque en la puerta de atrás del Marrero sabes puedes conseguir unos siempre y cuando tengas con que pagarlos y lo hagas en silencio.
 
Te apuras porque sabes que el míster no cree en cuentos y hay que estar tempranos, bicicleta, a pie, guagua o cualquier medio de locomoción para llegar a la cancha y llegas con el ostine y el cansancio de tantas vicisitudes.

El sol ya pica y el terreno está en candela, los huecos son una invitación a la destrucción de tus tobillos, una oda al pique incorrecto del balón y las pierdas esperan pacientes, cayadas, para rasgar tu piel, los balones están escasos porque han sufrido los mismos avatares del los tacos que nunca llegaron.

Pero hay que entrenar, la gente te pregunta para qué, que te dediques a otras cosas, que el futbol no es cosa de cubanos y sin aun haberte visto darle un punta pies al balón ya asumen que eres malos “los cubanos no tenemos el futbol en el ADN” escuchas en la calle, con menos frecuencia pero más de seguido en medios oficiales que mientras imponen silencio absoluto sobre los que como tú dejan la piel en los Campeonatos Nacionales o Provinciales, exaltan a las estrellas futboleras de ultramar que quizás ni conozcan donde esta nuestra isla.

Pero sabes que eres bueno, que tienes talento, que el futbol si esta en tus venas y que contra todo y todos cumplirás tus sueños, porque aquel “si otros pudieron, ¿por qué yo no?” y luchas, ni el hambre, ni la deshidratación, ni los escépticos ponen alto a tus sueños.

El Míster te llama aparte y te dice que estas en el equipo que el Campeonato Nacional ya no será un obstáculo para tus sueños, y la rompes, a pesar de los pesares de las necesidades, la rompes, tus compañeros, tu rivales y algunos de los fieles al balompié local te lo dicen, y sientes que estas cerca que el Marrero está más cerca y no la puerta de atrás donde pudiste conseguir aquellos tacos “decomisados” por el imperio, y en los que invertiste las balas que tenías.

Pero no, no te llaman, y miras incrédulo la lista con nombres de jugadores que es impensable estén allí ¿regionalismo? ¿Amiguismo? No sabes, pero no deberían estar allí porque tal vez la modestia no te deja reconocerlo abiertamente, sabes que están por debajo de tu nivel, que los números dicen otras cosas.

Pero nadie habla, o pocos hablan de tu ausencia, la mayoría llora por los legionarios, los que van a “salvar el futbol cubano” Pero … ¿Y yo? ¿Y nosotros? Los del barrio, los que nos rompemos día a día, ¿no lo estamos tratando de salvar también? Y no entiendes, imaginas que sus logros y Ligas donde juegan los hacen mejores a los ojos de todos, pero si no han tenido la posibilidad de verte como juegas, como driblas, como haces los goles o los detienes entonces como son capaces de juzgar en medida cierta quien es mejor.

Sobrevives al parón de ocho meses y el Campeonato Nacional se rinde de nuevo a tus pies ahora si llega el llamado, te sientes feliz, listo para el Marrero y llegas y el paraíso soñado se convierte en pesadilla, no hay agua, la comida da asco, el calor en los albergues es insoportable, peor que en casa y el hacinamiento lo hace aun peor.

Pero ya llegaste y el orgullo de jugar en la selección nacional de poder viajar y de poder conseguir cosas para ayudar a la familia hacen que esas cosas resbalen sobre tu humanidad y pasen de largo, ya estas allí y ahora solo es mirar adelante.

Pasas el filtro de los “seguros” y por primera vez pones un pie e el avión, viajas alrededor del mundo para llegar a un lugar que está simplemente a dos horas Cuba, pones pie en tierra y tu pasaporte queda decomisado, los misters y delegados se convierten en policías, guardias de seguridad que limitan a donde vas o lo que haces.

Comienzas a entender lo que oías, o lo que leíste en aquel Blog prohibido por los “Jefes”, tus ojos se abren a una realidad diferente. Los reúnen y les hablan de giras futuras, de trabajos para conseguirles contratos fuera de Cuba y del pago al regreso y te ilusionas porque luces bien en los minutos que tuviste.

De vuelta a casa hay asientos vacíos, algunos ya no regresan, han decidido lanzarse a la aventura y no entiendes por qué, pero no los juzgas, o tal vez si, pero al final les deseas suerte.

Llegas y el pago no aparecen, los contratos tampoco, a pesar de que hay rumores de equipos que te quieren y ¿la gira?... tampoco, no hay nada, y el ciclo se repite y ya no eres el mismo de antes, ya las mentiras de los jefes no suenan tan reales como antes.

Y decides quedarte, en un país ajeno, con un lenguaje desconocido, pero decides hacer lo que otros hicieron antes.

No importa el momento, no quieres hacerlo en ese momento porque el torneo está comenzando y no quieres dejar solo a tus compañeros pero no sabes si habrá otra oportunidad, los chequean cual campo de concentración alemán, así que aprovechas la primera oportunidad y abres tus alas, vuelas lejos de todo eso e inicias una vida rumbo a lo desconocido, pero lo desconocido te asuste menos que lo que ya conoces y te espera al regreso.

No te importan para nada las palabras de desertor, traidor y otros adjetivos despectivos que usarán algunos, te duelen tus compañeros, tu familia a la que tendrás que dejar de ver por 8 años y algunos a los que jamás volverás a ver.

El cambio es brusco, es duro adaptarse al nuevo mundo, pero logras encontrar una mano amiga y luchas, trabajas en lo que encuentras y juegas donde puedes en lo que esperas que la burocracia migratoria te permite legalizar tu estatus.

Lees que el equipo volvió a convocar para un nuevo torneo y ves algunos nombres tachados, incomprensiblemente dejados fuera de la lista y te enteras que chismes, pueden más que actuaciones deportivas y que tus compañeros son dejados fuera por no pasar el filtro de los “seguros” y respiras aliviado de haber tomado la decisión de quedarte porque en ese grupo pudo haber estado tu nombre.

Por fin llegan las pruebas, los famosos Try Outs, pero a pesar del que crees lo hiciste bien no quedas en los seleccionados, te deprimes, pero recuerdas que ya pasaste por eso anteriormente y pruebas de nuevo y vuelves a probar hasta que recibes un email invitándote a la pretemporada.

Alguien por fin vio tu calidad, no le importó tu origen y te da una oportunidad, y la aprovechas, la rompes y tu nombre empieza a aparecer en el internet, la gente comienza a hablar de ti e ironías de la vida, aquellos que una vez ignoraron tu presencia en la preselección nacional ahora hablan de ti, piden que estés, pasas a se runo de esos legionarios que “salvarán” el futbol cubano.

Ya no eres el chico de barrio invisible que juega en el Campeonato Nacional, ahora eres un Crack, ahora eres esto, lo otro y los adjetivos adornan tus actuaciones y te da cuentas de las ironía de la vida.

Te das cuenta que eres el mismo, aquel que se levantaba sin poder dormir, que entrenaba sin desayunar con tacos rotos y que solo te conocían en el barrio y que no salvaras al futbol de Cuba ahora que eres legionario, porque para salvarlo hay que cambiar muchas cosas, entre las que está como la gente, los medios, ven a los chicos como tú; un simple futbolista cubano.

1 comentario:

  1. Excelente publicación, mas cierta no puede ser, perfecta para el guión de una pelicula donde muchos pueden ser los protagonistas.

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