Dicen
por mi tierra que no se le pueden pedir peras al olmo y esta frase refleja a la
perfección lo que está sucediendo con el Campeonato Nacional de Futbol Femenino
Sub-18 que se efectúa en la ciudad de Santiago de Cuba y ¿por qué decimos esto?
Difícil saber por dónde empezar, porque son tantas cosas que se amontonan y el
hilo se pierde en medio de tanto barullo.
En un país que se vanagloria de la igualdad de la mujer y se celebran congresos y jornadas al respecto, y que encima recibe una buena cuota de dólares de parte de la FIFA para el desarrollo del futbol femenino, sería difícil pensar, para el iluso y el desconocedor de la realidad cubana, en la discriminación que sufren las chicas además de otros tipos de presiones de las que son víctimas.