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Celedonio Basanta Casal ?Cele Basanta en el fútbol cubano- nació en Covas (Viveiro) en 1929. Fue varias veces internacional con la Selección Cubana y ganó la Liga en 1956. Jugó su último partido con la Selección, contra Honduras, el 27 de febrero de 1960. Ya llegara Fidel y nada volvió a ser igual. Basanta regresó a Viveiro y se asentó definitivamente en Nueva York. No logró borrar de sus ojos ni el paisaje ni los airiños da ría y volvía cada poco. Tenía raíces y una familia que lo esperaba, como una piña…
Era hijo de Celedonio Basanta García y de Josefa Casal, un matrimonio de viveirenses en Cuba. El padre tenía un barco con el que repartía víveres y mercancías por villas y pueblos de la costa. Su hermana Rosa ?Rosita da Roxa- nació en La Habana en 1925 y cuatro años después vino él al mundo en Covas adonde su madre, Josefa, se había desplazado para reponer su debilitada salud.
El joven Cele pasó en Viveiro su infancia y juventud formándose y cultivando su pasión por el fútbol. En 1948 regresó a Cuba con su padre. No había hecho la mili y pudo salir gracias a las gestiones de su progenitor con el gobierno americano que lo había condecorado por colaborar con su ejército en la isla. Estados Unidos permaneció largo tiempo en Cuba tras la independencia del país. Primero, hasta 1902, cuando le arrendaron bases como la de Guantánamo. Luego, en 1906, fue el presidente, Estrada Palma, el que llamó a sus tropas para sofocar una revuelta y se quedaron hasta 1909. Y entre 1912 y 1933, su injerencia fue constante al manipular a los sucesivos gobiernos- títere con el pretexto de proteger sus intereses en la isla.
Una requisitoria en 1949
Cele pudo salir así de España. Pero, con todo, el Ministerio de Marina publicó el 6 de agosto de 1949 una requisitoria en la que le daba un plazo de 30 días para presentarse ante el juez instructor, Luis Cebreiro López, en la Ayudantía de Marina de Viveiro, e incorporarse al servicio militar en el Reemplazo de 1949. Pero Basanta ya estaba en La Habana. La ciudad, refulgiente y bulliciosa, tenía entonces las medidas justas del deseo de cada quién. Nada que ver con la destrozada Europa de posguerra ni con el color gris de aquella España encarcelada. Y allí encontró trabajo como representante de una casa de pinturas y alimentó su pasión por el fútbol, entonces en auge en Cuba.
Comenzó jugando en equipos de barrio y pronto destacó como un centrocampista de poderío físico y técnico. En 1954 lo fichó el Casino Español, un club de gran solvencia financiera con el que fue Campeón de Liga de Cuba en 1956.
Al año siguiente ganó también el Trofeo Miami Spring Festival ?una especie de Copa del Caribe- contra el equipo local Coral Globes Soccer. La revista Goles tituló así al día siguiente: «Con un Cele Basanta excelso en labores defensivas y el peligro constante de José Doce, los casinistas demostraron por qué son campeones de Cuba: 2-4».
El castrismo, nueva vida en Nueva York y permanente relación con Covas y su familia
La revolución castrista guillotinó las estructuras sociales anteriores a su llegada en 1959. Entre ellas, las colectividades sobre las que se basaban los clubes de fútbol como el Centro Gallego, el Asturiano, etc. Creó un nuevo sistema desde la nada y acabó generando una competición sin alicientes y no profesional con un calendario caótico en el que, a veces, todos los encuentros son en el mismo campo, el Estadio Nacional Pedro Marrero, sin remodelar desde su inauguración en el lejano octubre de 1930…
Cele Basanta tenía ya 31 años y comprendió que sus sueños se esfumaban. Así que siguió la senda de millones de cubanos y abandonó el país. Vino a Viveiro por un tiempo pero pronto marchó a Nueva York. Allí se ocupó en la gestión de un edificio en Manhattan, se casó en 1965 con Josefina Sánchez, natural de Mera (A Coruña), que aún vive en NY, y tuvo dos hijos: José Antonio, residente en Philadelphia, y Sole, en Castro Urdiales (Santander).
Desde que se asentó en Estados Unidos, regresó a Viveiro cada 5 o 6 años y desde que se jubiló en los 70, todos los veranos. Siempre estuvo muy unido a su familia de Covas (Viveiro), a su hermana Rosa Basanta Casal que falleció en 2016, poco después que él.
Un hijo de ésta, Roberto, y sus nietos Cele (ahijado del futbolista) y Rosana son hoy depositarios de la memoria de su tío y padrino, respectivamente.
Como sucede en otros lugares (O Vicedo con Agustín Rodríguez, por ejemplo) pocos recuerdan hoy en Ribadeo y Viveiro a Conrado Paz y a Cele Basanta. Y nada evoca su recuerdo o su gloria futbolística. Ni una placa, ni una grada ni un monolito. Nada.
Desde que se asentó en Estados Unidos regresó a Viveiro cada 5 o 6 años y al jubilarse, todos los veranos
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