Por Arian Alejandro Rodríguez (Tomado de http://www.masquegoles.es)
Un lustro de conocerle, cinco años en los que he tenido el privilegio
de conocer a fondo la labor de un hombre que vive por y para el fútbol.
Nos respetamos nuestras profesiones, a la par de que la compartimos,
porque él piensa y ve el fútbol desde la cancha, yo desde el micrófono.
Dariem se ha convertido en abanderado en cuanto a entrenadores del más
universal en Cuba a la hora de mirar fuera de fronteras. Trabajo
consolidado en el Five Island, equipo de la Premier League de Antigua y
Barbuda, además de participar por segundo año consecutivo en el Coerver
Coaching, evento que se celebra en Estados Unidos bajo la dirección de
Alfred Galustian. Muestra del crecimiento de este joven DT al que auguro
nuevas puertas abiertas.
Con una década a sus espaldas dedicada al complejo arte de dirigir
desde el banquillo, Dariem fue el último capitán capitalino que levantó
el título doméstico en el 2001. Por aquel entonces era Ciudad Habana,
aunque su salida antes de lo previsto de las canchas debido a una lesión
hizo apresurar su cambio de rol. Comenzó como mandan los cánones, por
niños y jóvenes en su natal Santa Fe, municipio Playa, hasta que le
llegó la gran oportunidad antes de lo pensado para él, pero con todos
los méritos, conducir las riendas de Playa en el campeonato provincial,
con una plantilla que no era de la más dada a nombrarse como favorita.
Tan fuerte caló su filosofía de juego, ofensiva y con la prioridad de la
tenencia de balón, más allá de que en su etapa como jugador era
defensa, su equipo apuntó alto y en cada campaña se ponía el listón
metros más arriba. Cuatro títulos de forma consecutiva eran hasta cierto
punto inexplicables para futbolistas como Marcel Hernández, los
hermanos Colomé y otros, rivales que veían a Playa como contrario menor,
pero los dirigidos por Dariem, con incluso la intervención en el verde
de su míster, rompían todos los pronósticos.
Sin importar su juventud, algo en ocasiones no tan bien visto para
dar mayores responsabilidades en nuestro fútbol (En la Bundesliga las
vivencias muestran otra arista), Díaz recibió la noticia de que en el
año 2013 tendría las riendas del conjunto Habana en el Campeonato Cubano
de Fútbol. Conducir a algunos con los que había compartido vestuario y
viajes a otros campos, era uno de los varios retos que afrontaría el que
también fuese internacional con la Selección Cubana. Quizás, el primer
objetivo era devolver la competitividad y recuperar el buen fútbol de un
elenco con tradición y con seis coronas a cuestas, pero marginado por
negar en cierta medida el linaje de tiempos pasados en el rectángulo a
la hora de correr la esférica por el césped.
De vuelta al Podio en su debut en la primera categoría doméstica, dio
crédito a lo que ya mostraba talento mientras ordenaba pegado a la
banda. En aquel curso, con otro formato, Camagüey, Pinar del Río, Villa
Clara y La Habana eran los cuatros semifinalistas en busca del campeón.
Los de la más occidental eran el rival de los azules camino al título y
tras un empate a dos goles en la ida el camino parecía allanado, ya que
la vuelta se jugaría en el Pedro Marrero, casa de los capitalinos. Una
tarde lluviosa hizo aguar la fiesta a los locales, dos errores
imperdonables en la zaga capitalina condenaron un choque que no obstante
mostró la valentía de Dariem, poniendo toda la carne en el asador, un
Marcel sin estar a tope quiso complacer a la afición y a su DT, pero el
2-3 definitivo (4-5 en el global) dio el pase a los pinareños que luego
perdieron la final ante Villa Clara. Lágrimas en los espectadores,
jugadores y, claro, en los ojos de Dariem, fueron la fuerza para
impulsar a otras buenas actuaciones en las temporadas siguientes. Algo
que futbolistas como Puga y Miguel Ángel Sánchez; ambos de la Isla de la
Juventud, refuerzos en aquel 2013 reconocieron al término del certamen,
daba a entender el diamante que se labraba en los banquillos cubanos.
Esas dos piezas él las supo encajar en su esquema y los potenció para
retos que les vendrían posteriormente.
Con generaciones que iban y venían, debido al golpe que significa la
deserción de atletas, Dariem tuvo que en cada temporada reinventarse
entre los años 2014 y 2016, períodos en los que si bien es cierto no
ganó nunca el cetro nacional, hizo referente futbolístico al conjunto
Habana, además de traer público al Marrero, en aumento cada campaña.
Hombre abierto a los medios, capacitado para ser receptivo ante las
críticas, Díaz pasó a ser segundo entrenador del elenco Sub 17 nacional
en el 2015 y preparador físico en la absoluta a la última Copa Oro en la
que Cuba ha participado. Eso nunca fue obstáculo para dejar a un lado a
su eterna Habana, la que en el 2016 volvió a poner cerca del trofeo 15
años después, pero una racha negativa en casa, derrota 1-2 ante
Camagüey, 0-1 ante Guantánamo y 0-2 ante Villa Clara, impidieron el
sueño que ya era de muchos.
En la que sería sorpresivamente su última temporada como DT de los
azules del fútbol, un jugador destacó por encima del resto. Yasnay
Rivero, refuerzo artemiseño, integrante del equipo que participó en el
torneo de fútbol de los juegos panamericanos, Guadalajara 2011, era su
única petición para completar la plantilla citadina. Extremo habilidoso,
puso su velocidad y regate al servicio de los habaneros, combinándose
con Eddy Sanamé, Baquero, Mendoza, Montesinos y Montalvo para hacer del
conjunto capitalino uno de los animadores hasta el final del evento más
competitivo de los últimos años en Cuba. No se pudo lograr el objetivo,
pero de igual forma, el trabajo de Dariem fue reconocido, colocándolo en
el colectivo técnico de la Selección Mayor, la que enfrentaría en duelo
amistoso en el Estadio Nacional Pedro Marrero a Estados Unidos. En
aquel curso, Dariem temía lo peor al ver como perdía figuras relevantes
para conformar otro conjunto aspirante a todo, pero sin lamentaciones,
confió en la materia que tenía y los ordenó en el campo con un principio
básico, ser un equipo, actuar como tal, además de priorizar el juego
por las bandas, fortaleza mayor en esa temporada. Cuatro años seguidos
en la tercera posición, títulos aparte, dieron a entender que el cómo
vale tanto como el resultado.
Desde su partida La Habana no ha sido la misma, al punto de caer en
par de ocasiones hacia la segunda división, lo que nunca había ocurrido
en la historia de este elenco. Dariem, a la distancia, sufre cada
traspiés del conjunto de sus amores, pero ahora está enfrascado en
potenciar al Five Island, actual subcampeón de la Premier League de
Antigua. Una aventura que comenzó en el año 2016, cuando el equipo
estaba en la Primera División (Segunda Categoría), logrando la meta de
volverlos a colocar en el torneo élite del fútbol en Antigua. Para eso
se llevó consigo, entre otros, al experimentado defensa central Yusvani
Caballero y al mejor atacante de Cuba en los últimos años, Sander
Fernández. Cumplido el ascenso, segundos en ese 2017, la tarea entonces
era en primer lugar, mantener la categoría. Junto a Fernández trajo para
la recién concluida temporada 2018, al delantero Puga, con quien ya
había trabajado en La Habana. Entre ambos le dieron un sorpresivo
segundo puesto, sólo a un punto del que a la postre se llevó la corona.
Aunque en tierras lejanas, su estilo no varía, perfeccionándolo con
el paso del tiempo. Orden atrás, balón por el césped, toques rápidos,
desbordes por los laterales y nunca renunciar a buscar la portería
contraria. Además, no deja de usar varios esquemas, incluso en un mismo
partido, una característica que le hace diferente entre los entrenadores
cubanos. Su labor ha sido reconocida, al punto de ser invitado en el
2017 a uno de los eventos más importantes para entrenadores a nivel
mundial, el Coerver Coaching, método de entrenamiento para niños y
jóvenes oficializado por la FIFA. Su director, Alfred Galustian es
actualmente un enamorado del quehacer de Dariem, por lo que no dudó y al
mismo tiempo acertó al llevarlo a Nueva York el pasado año. A sus 42
abriles, Díaz mantiene un ascenso meteórico en su carrera, dado su
sacrificio constante y estudio en una profesión a la que Cuba mirarán en
un futuro no muy lejano, en parte gracias a él. Un DT de fútbol,
cubano, también es posible. El sueño es Europa, aunque dirigir la
Selección Nacional es un anhelo que guarda en su corazón.
Este 2018 volvió a ser invitado por Alfred Galustian al certamen al
norte de la mayor de las Antillas. Repetir ya lo sentía como mérito
indiscutible en su largo currículo, pero el que se le considere pieza
importante dentro del evento, son palabras mayores. Aportar sus
conocimientos, adquiridos en Cuba, algo de lo que él se siente
totalmente orgulloso, es otro escalón en el camino que va en aumento si
de su carrera desde la banda se trata. Viendo su evolución, pienso
entonces en la cara opuesta, el equipo de sus amores, la camiseta que
lleva siempre tatuada en su piel. Se fue Díaz y con él la alegría en el
Marrero, el juego ilusionante, las remontadas cuando agonizaban los
partidos. Otra campaña para el olvido, sin rumbo en el verde, ahogados
en el trayecto que conduce a la liga de ascenso, una vida distinta a la
que corría sólo unos años antes.
Sé que no regresará al banquillo azul, sentimientos a un lado, su
mirada está en continuar desarrollándose, amén de que no es hombre de
abandonar los compromisos a los que se adjunta. Se le extraña en la casa
futbolera de playa, pero son páginas pasadas, de las que tendrán que
aprender los dirigentes del más universal en la capital cubana, eso si
desean salir del hueco en el que ahora mismo se encuentra este deporte
en tierras citadinas. Buscarle con el objetivo de obtener esos consejos
que hoy van vestido de superación no sería pecado. Él sabe como pocos
las realidades del campeonato cubano y especialmente de lo complejo que
es llevar las riendas de La Habana, por lo tanto, ayuda desinteresada y
con conocimiento de causa tiene para regalar. Su sello no será cuestión
de copiarlo, sí de acercarse en pos de retornar a la senda de la que
nunca debió salir La Habana, sin fútbol desde que Dariem dijo, ojalá y
no me equivoque, hasta pronto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario