martes, 15 de noviembre de 2022

Goles son amores.

 


Hoy jugaron en la República Dominicana, el Hambre y la Necesidad en partido amistoso y el seleccionado cubano se llevó una victoria que alegrará a muchos, porque triunfos y goles son amores y lo demás se puede enmascarar con los resultados.

 

Cuba y Dominicana dos selecciones con profundos problemas institucionales en sus Federaciones, faltas de partidos y con falta de varios jugadores se pusieron de acuerdo para no dejar pasar la última fecha FIFA, disimula un poco el mal trabajo del año y en un partido medio bachatoso despedir a un ídolo: Jonathan Faña, que a pesar del marcado sobrepeso dio varios dolores de cabeza al equipo cubano.

 

Cuba recurrió a un arcaico 4-4-2 con el clásico rombo en el medio que no solo permitió al rival tener mayor predominio en la media cancha sino que sub utilizó a varias de sus figuras más importantes, un contexto completamente diferente de si con el mismo once titular hubiese utilizado un 4-3-3 con un doble pivot conformado por Flores y Piedra, un Dairon por delante de ellos y con Pozo y Paradela llegando por las bandas para dejarle el centro a un 9 clásico como es el caso de Maikel Reyes que cuando se abre tiende a perder las luces y no ser tan efectivo.

 

Partido que por demás ambos equipos demostraron las escaseces que sufren, desorganizado y errático por momentos y en el que Cuba, eso sí, mostró una gran contundencia sobre todo en la segunda mitad, en la que se despacharon con 3 goles, el último de ellos un verdadero golazo de Ariche Reyes, que desde que se dedicó al futbol y dejó actividades colaterales ha mostrado el talento que por mucho tiempo tuvo escondido.

 

Fue dominicana quien abrió el marcador aprovechando sus 10 minutos de inspiración en la primera mitad, pero esa alegría les duró bien poco tras una recuperación de Dairon que se conectó con Paradela quien la alargó para pozo que la colgó al segundo palo para que Reyes (Maykel) se la bajara de cabeza a Flores que no perdonó frente al marco y colocará el empate con el que se terminaría la primera mitad.

 

El cambio de Abreu por Flores al medio tiempo poco o nada cambió la sinfonía del juego que se mantuvo controlado por los de blanco (Dominicana, si no vio el juego) y Cuba tratando de aprovechar el balonazo y así de la nada apareció Pozo en el borde del área para desnivelar el partido.

 

Los de casa, empataron a través de un penal que solo el árbitro del partido vio, pero donde las dan las toman y el presunto “culpable” del penal, Carlos Vázquez de Cabeza mandó al tejido un cobro de tiro libre de Paradela.

 

Tres-dos que dejaba la noche lista para el gol que pagó la entrada, saque largo de Arozarena que baja de pecho Paradela para la llegada de Arichel que desde fuera del área dejo retratado al arquero dominicano.

 

Un triunfo que es mérito a la contundencia de una Cuba, a la que le sigue alcanzado contra equipos de segunda línea, pero que sigue sin mostrar una identidad futbolística o u juego sólido o que deslumbre como quieren hacer ver algunos.

 

Al final triunfo y fiesta, pues como decía Lazzaroni cuando se le increpaba por como jugaba su Brasil de 1990, “poco importa como tan lindo o bien se juegue, al final si ganamos habrá un carnaval” y por ahora a nosotros nos alcanza al menos para hacer una recocha.

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