jueves, 2 de agosto de 2018

Sin Dariem no hay fútbol en el Marrero


Por Arian Alejandro Rodríguez (Tomado de http://www.masquegoles.es) 

Un lustro de conocerle, cinco años en los que he tenido el privilegio de conocer a fondo la labor de un hombre que vive por y para el fútbol. Nos respetamos nuestras profesiones, a la par de que la compartimos, porque él piensa y ve el fútbol desde la cancha, yo desde el micrófono. Dariem se ha convertido en abanderado en cuanto a entrenadores del más universal en Cuba a la hora de mirar fuera de fronteras. Trabajo consolidado en el Five Island, equipo de la Premier League de Antigua y Barbuda, además de participar por segundo año consecutivo en el Coerver Coaching, evento que se celebra en Estados Unidos bajo la dirección de Alfred Galustian. Muestra del crecimiento de este joven DT al que auguro nuevas puertas abiertas.


Con una década a sus espaldas dedicada al complejo arte de dirigir desde el banquillo, Dariem fue el último capitán capitalino que levantó el título doméstico en el 2001. Por aquel entonces era Ciudad Habana, aunque su salida antes de lo previsto de las canchas debido a una lesión hizo apresurar su cambio de rol. Comenzó como mandan los cánones, por niños y jóvenes en su natal Santa Fe, municipio Playa, hasta que le llegó la gran oportunidad antes de lo pensado para él, pero con todos los méritos, conducir las riendas de Playa en el campeonato provincial, con una plantilla que no era de la más dada a nombrarse como favorita. 

Tan fuerte caló su filosofía de juego, ofensiva y con la prioridad de la tenencia de balón, más allá de que en su etapa como jugador era defensa, su equipo apuntó alto y en cada campaña se ponía el listón metros más arriba. Cuatro títulos de forma consecutiva eran hasta cierto punto inexplicables para futbolistas como Marcel Hernández, los hermanos Colomé y otros, rivales que veían a Playa como contrario menor, pero los dirigidos por Dariem, con incluso la intervención en el verde de su míster, rompían todos los pronósticos.

Sin importar su juventud, algo en ocasiones no tan bien visto para dar mayores responsabilidades en nuestro fútbol (En la Bundesliga las vivencias muestran otra arista), Díaz recibió la noticia de que en el año 2013 tendría las riendas del conjunto Habana en el Campeonato Cubano de Fútbol. Conducir a algunos con los que había compartido vestuario y viajes a otros campos, era uno de los varios retos que afrontaría el que también fuese internacional con la Selección Cubana. Quizás, el primer objetivo era devolver la competitividad y recuperar el buen fútbol de un elenco con tradición y con seis coronas a cuestas, pero marginado por negar en cierta medida el linaje de tiempos pasados en el rectángulo a la hora de correr la esférica por el césped.

De vuelta al Podio en su debut en la primera categoría doméstica, dio crédito a lo que ya mostraba talento mientras ordenaba pegado a la banda. En aquel curso, con otro formato, Camagüey, Pinar del Río, Villa Clara y La Habana eran los cuatros semifinalistas en busca del campeón. Los de la más occidental eran el rival de los azules camino al título y tras un empate a dos goles en la ida el camino parecía allanado, ya que la vuelta se jugaría en el Pedro Marrero, casa de los capitalinos. Una tarde lluviosa hizo aguar la fiesta a los locales, dos errores imperdonables en la zaga capitalina condenaron un choque que no obstante mostró la valentía de Dariem, poniendo toda la carne en el asador, un Marcel sin estar a tope quiso complacer a la afición y a su DT, pero el 2-3 definitivo (4-5 en el global) dio el pase a los pinareños que luego perdieron la final ante Villa Clara. Lágrimas en los espectadores, jugadores y, claro, en los ojos de Dariem, fueron la fuerza para impulsar a otras buenas actuaciones en las temporadas siguientes. Algo que futbolistas como Puga y Miguel Ángel Sánchez; ambos de la Isla de la Juventud, refuerzos en aquel 2013 reconocieron al término del certamen, daba a entender el diamante que se labraba en los banquillos cubanos. Esas dos piezas él las supo encajar en su esquema y los potenció para retos que les vendrían posteriormente.

Con generaciones que iban y venían, debido al golpe que significa la deserción de atletas, Dariem tuvo que en cada temporada reinventarse entre los años 2014 y 2016, períodos en los que si bien es cierto no ganó nunca el cetro nacional, hizo referente futbolístico al conjunto Habana, además de traer público al Marrero, en aumento cada campaña. Hombre abierto a los medios, capacitado para ser receptivo ante las críticas, Díaz pasó a ser segundo entrenador del elenco Sub 17 nacional en el 2015 y preparador físico en la absoluta a la última Copa Oro en la que Cuba ha participado. Eso nunca fue obstáculo para dejar a un lado a su eterna Habana, la que en el 2016 volvió a poner cerca del trofeo 15 años después, pero una racha negativa en casa, derrota 1-2 ante Camagüey, 0-1 ante Guantánamo y 0-2 ante Villa Clara, impidieron el sueño que ya era de muchos.

En la que sería sorpresivamente su última temporada como DT de los azules del fútbol, un jugador destacó por encima del resto. Yasnay Rivero, refuerzo artemiseño, integrante del equipo que participó en el torneo de fútbol de los juegos panamericanos, Guadalajara 2011, era su única petición para completar la plantilla citadina. Extremo habilidoso, puso su velocidad y regate al servicio de los habaneros, combinándose con Eddy Sanamé, Baquero, Mendoza, Montesinos y Montalvo para hacer del conjunto capitalino uno de los animadores hasta el final del evento más competitivo de los últimos años en Cuba. No se pudo lograr el objetivo, pero de igual forma, el trabajo de Dariem fue reconocido, colocándolo en el colectivo técnico de la Selección Mayor, la que enfrentaría en duelo amistoso en el Estadio Nacional Pedro Marrero a Estados Unidos. En aquel curso, Dariem temía lo peor al ver como perdía figuras relevantes para conformar otro conjunto aspirante a todo, pero sin lamentaciones, confió en la materia que tenía y los ordenó en el campo con un principio básico, ser un equipo, actuar como tal, además de priorizar el juego por las bandas, fortaleza mayor en esa temporada. Cuatro años seguidos en la tercera posición, títulos aparte, dieron a entender que el cómo vale tanto como el resultado.

Desde su partida La Habana no ha sido la misma, al punto de caer en par de ocasiones hacia la segunda división, lo que nunca había ocurrido en la historia de este elenco. Dariem, a la distancia, sufre cada traspiés del conjunto de sus amores, pero ahora está enfrascado en potenciar al Five Island, actual subcampeón de la Premier League de Antigua. Una aventura que comenzó en el año 2016, cuando el equipo estaba en la Primera División (Segunda Categoría), logrando la meta de volverlos a colocar en el torneo élite del fútbol en Antigua. Para eso se llevó consigo, entre otros, al experimentado defensa central Yusvani Caballero y al mejor atacante de Cuba en los últimos años, Sander Fernández. Cumplido el ascenso, segundos en ese 2017, la tarea entonces era en primer lugar, mantener la categoría. Junto a Fernández trajo para la recién concluida temporada 2018, al delantero Puga, con quien ya había trabajado en La Habana. Entre ambos le dieron un sorpresivo segundo puesto, sólo a un punto del que a la postre se llevó la corona.

Aunque en tierras lejanas, su estilo no varía, perfeccionándolo con el paso del tiempo. Orden atrás, balón por el césped, toques rápidos, desbordes por los laterales y nunca renunciar a buscar la portería contraria. Además, no deja de usar varios esquemas, incluso en un mismo partido, una característica que le hace diferente entre los entrenadores cubanos. Su labor ha sido reconocida, al punto de ser invitado en el 2017 a uno de los eventos más importantes para entrenadores a nivel mundial, el Coerver Coaching, método de entrenamiento para niños y jóvenes oficializado por la FIFA. Su director, Alfred Galustian es actualmente un enamorado del quehacer de Dariem, por lo que no dudó y al mismo tiempo acertó al llevarlo a Nueva York el pasado año. A sus 42 abriles, Díaz mantiene un ascenso meteórico en su carrera, dado su sacrificio constante y estudio en una profesión a la que Cuba mirarán en un futuro no muy lejano, en parte gracias a él. Un DT de fútbol, cubano, también es posible. El sueño es Europa, aunque dirigir la Selección Nacional es un anhelo que guarda en su corazón.

Este 2018 volvió a ser invitado por Alfred Galustian al certamen al norte de la mayor de las Antillas. Repetir ya lo sentía como mérito indiscutible en su largo currículo, pero el que se le considere pieza importante dentro del evento, son palabras mayores. Aportar sus conocimientos, adquiridos en Cuba, algo de lo que él se siente totalmente orgulloso, es otro escalón en el camino que va en aumento si de su carrera desde la banda se trata. Viendo su evolución, pienso entonces en la cara opuesta, el equipo de sus amores, la camiseta que lleva siempre tatuada en su piel. Se fue Díaz y con él la alegría en el Marrero, el juego ilusionante, las remontadas cuando agonizaban los partidos. Otra campaña para el olvido, sin rumbo en el verde, ahogados en el trayecto que conduce a la liga de ascenso, una vida distinta a la que corría sólo unos años antes.

Sé que no regresará al banquillo azul, sentimientos a un lado, su mirada está en continuar desarrollándose, amén de que no es hombre de abandonar los compromisos a los que se adjunta. Se le extraña en la casa futbolera de playa, pero son páginas pasadas, de las que tendrán que aprender los dirigentes del más universal en la capital cubana, eso si desean salir del hueco en el que ahora mismo se encuentra este deporte en tierras citadinas. Buscarle con el objetivo de obtener esos consejos que hoy van vestido de superación no sería pecado. Él sabe como pocos las realidades del campeonato cubano y especialmente de lo complejo que es llevar las riendas de La Habana, por lo tanto, ayuda desinteresada y con conocimiento de causa tiene para regalar. Su sello no será cuestión de copiarlo, sí de acercarse en pos de retornar a la senda de la que nunca debió salir La Habana, sin fútbol desde que Dariem dijo, ojalá y no me equivoque, hasta pronto.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario