En el
2016 Marco Pederzoli me decía que Darío Suárez no sabía leer los partidos como
escusa para no firmar al capitalino en el primer año el Miami FC, desde entonces
Super Darío no ha dejado de darme la razón demostrando su tremenda calidad y
mostrando que quien no sabía leer la poesía futbolística capaz de escribir el
cubano con su futbol.
Dos
goles (para llegar a cuatro en el presente torneo) y una exhibición monumental que
debió hicieron vibrar a los aficionados presentes en el Estadio del FC Tulsa
que se contagiaron con la alegría del juego del cubano, quien tuvo al
espirituano, como perfecto cómplice para darle un sabor cubano a la noche de
Oklahoma.
Darío
que había visto ahogarse sus dos primera jugadas de gol recibió premio a sus
esfuerzos al minuto 25 al recibir un pase en el mismo corazón del área para
cambiarle muy bien el palo al portero y ponerle música a las gradas,
adelantando a los suyos.
Una
especie de dejavu viviría Darío en la segunda mitad, al minuto 68, minutos
después de haber visto su espectacular remate de cabeza irse fuera tirándole un
piropo a la horquilla del marco del RGV,
volvió a recibir la pecosa en el corazón del área, esta vez cedida por
Martínez y la mando a coquetear con el tejido para el 2-1 que al final sería definitivo
y darle tres puntos valiosísimos a al FC Tulsa en sus aspiraciones de buscar un
puesto en la ronda definitoria de la USL Championship.
Las
estadísticas de la USL muestran el monumental trabajo de los cubanos, con
Arielito siendo casi infalible en los duelos al ganar 7, perder dos, a lo que
unió el ganar los dos duelos aéreos que tuvo, completó 82.1 porciento de sus 28
pases, creo tres chances de gol para su equipo, se apuntó una asistencia y tuvo
dos disparos a puerta, uno de ellos dentro de los tres palos.
Mientras
tanto Darío, además de los dos goles, tuvo otros dos disparos a puerta dentro
de los tres palos, creo dos oportunidades de gol parta los suyos, completó el
87 porciento de sus 23 pases, ganando cuatro duelos.
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