martes, 23 de junio de 2020

De la historia: La despedida del Euzkadi


Euzkadi
Pasada la euforia del recibimiento del combinado nacional tras su excelente participación en la Copa del Mundo de Francia 1938,  vascos y cubanos se concentraron en el inicio de la nueva serie internacional, matizada por la prensa que sin dejar de reconocer el cierto favoritismo de los visitantes ponderaba las virtudes de los nuestros y sopesaban la posibilidad de la victoria de los de casa y con ello la obtención de la Copa donada por el presidente del Centro Vasco, señor Jesús Azqueta.

A pesar de la expectativa la serie comenzaba cuesta arriba para los mundialistas cubanos, que el 3 de Julio en el Gran Stadium Cerveza Tropical y sin el alma del medio campo: Bolillo, la selección fue goleada por los vascos con marcador de cuatro a cero.


José Tapia
En busca de iniciar con buen pie la serie el entrenador cubano Tapia, echó mano a algunos jugadores que no habían estado en la expedición francesa y mandó ese día a Ayra en la puerta, Barquín y Chorens en el sector defensivo, Bolero, Chuli y Juan en la media, Magriña, Tuñas, Héctor, Dávila y Turco en la delantera para hacer frente a Blasco – Barcos, Aedo – Cilaurren, Muguerza, Zubieta – Urquiola, Luis Regueiro, Lángara, Larrinaga y Emilín tocándole impartir justicia a Julio Montesinos que fue apoyado desde las bandas por Pedro Soler y Alfonso

La ausencia de Bolillo fue un lastre demasiado pesado para nuestros seleccionados, que además lucieron cansados y que sufrieron los errores de Ayra y Benito que costaron sendos goles.

Apenas habían transcurrido cinco minutos de juego cuando Lángara recoge un balón por el ala derecha y desde unos 15 metros saca un disparo fuerte y colocado al segundo poste que deja sin opciones a Ayra para el 1-0 y minutos más tarde dejaba el marcador 2-0 con la complicidad e Ayra al parecer afectado por el sol que castigaba de frente al portero del Hispano.

Tapia movió rápidamente sus piezas e hizo entrar a Carbajales por Ayra y a Berges por Juan, sin embargo apenas se habían acomodado sobre la cancha cuando a los 38 minutos Emilín disparó de forma bombeada un balón que parecía fácil para Benito, pero al igual que a Ayra en la segunda anotación el astro rey le jugó una mala pasada al meta galleguista y el balón se le perdió en medio de la brillantez y terminó en el fondo de las mallas para el tres a cero.

Para la segunda mitad, el entrenador de los cubanos continuó moviendo a sus muchachos en busca de una reacción metiendo a Panchito en lugar de Barquín y en los primeros compases Cuba parecía romper la imbatibilidad de Blasco cuando Magriña soltó un centro para que Tuñas remata pegado al palo solo para ver como Blasco se lanzaba y ahogaba el grito de gol con una fenomenal atajada.

Lángara
De una puerta a la otra pues casi inmediatamente, Lángara volvía a hacer de las suyas y al minuto 10, soltó un cañonazo por la derecha que pegó en el poste y luego fue a refugiarse al fondo del marco cubano para darle cifras definitivas al marcador.

Con el partido ya definido el ambiente se comenzó a calentar y a la altura del minuto 18 de la segunda mitad cuando Magriña fue derribado por Aedo, este le dice algo al extremo derecho cubano quien inmediatamente se encara con el vasco provocando la rápida intervención de sus compañeros para evitar que las cosas pasaran a mayores

Pero Aedo no había terminado y minutos más tarde vuelve sobre la humanidad de Magriña y le deja un nomeolvides en pleno estómago al cubano, lo que inicia una serie de discusiones que el central decide calmar con la expulsión del belicoso visitante.
La nueva derrota caló profundo en la directiva del futbol cubano y los presidentes de los clubes capitalinos que tras un ir y venir decidieron que fuera el Juventud Asturiana el que saliera en busca de la igualdad en la serie frente al conjunto del Euskadi, toda vez que los Toros no conocían la derrota en dos encuentros previos frente a los vizcaínos.

Y el 10 de Julio, La Polar veía como los Toros acababan con la imbatibilidad de Blasco primero y con la de los vascos después.

Benito, Barquín, Panchito, Galcerán, a quien se le perdonó la sanción de tres meses impuesta unas semanas antes tras no acudir a uno de los partidos previos de la Selección Habana frente a los vascos, Bolero, Trigueño (se lesionó a los 11 minutos de la segunda parte y debió ser sustituido por Pedro), Pelayo, Cubanaleco, Héctor, Dávila y Paquito conformaban el once astur para enfrentar a Blasco, Barcos, Aedo, Cilaurren, Muguerza, Zubieta, Urquiola, Luis Regueiro, Lángara, Larrinaga y Emilín.

Federico Guardia fue el encargado de impartir justicia y como dato curioso usando los nuevos uniformes implantados por el colegio de árbitros, siendo secundado en las líneas por Avelino y Alfonso.

Tal y como se esperaba fue un encuentro muy reñido y en el que Lángara siguió siendo el gran baluarte de los visitantes Blasco no pudo ser esta vez el bastión que había sido en las presentaciones anteriores y vio caer su marco en tres ocasiones.

No comenzó sin embargo el cotejo con buen pie para los locales que al minuto 21 vieron como Lángara ponía el 1-0 cobrando a la perfección un penalti sancionado en contra de los cubanos por una mano de Trigueño dentro del área.

Héctor Socorro
La ventaja duraría sólo tres minutos. Pelayo centra a la perfección para que Héctor de cabeza pusiera la paridad y terminara con la imbatibilidad de Blasco.

Once minutos más tarde Zubieta trata de despejar un balón dentro del área vasca pero el cuero le pega en la mano y el central no duda en pintar el punto penal. Héctor se encargó de cobrar el castigo mandándolo al fondo de las redes vascas dándole así la ventaja a los locales por primera vez en toda la serie.

Con el 2-1 a favor de los Toros se inició una segunda mitad muy pareja en los primeros compases sucediéndose oportunidades en una y otra puerta siendo los de la casaca verde los encargados de accionar nuevamente el marcador cuando corrían 25 minutos del complemento.

Cilaurren logra colgar un centro sobre el área cubana y Lángara alcanza a cabecear para empatar el marcador a 2.

Tras el empate los visitantes mueven la banca y Pedro Regueiro entra al terreno de juego por Zubieta colocándose como ala izquierda en ataque vizcaíno.

Sin embargo, son los cubanos los que vuelven a tomar la delantera, cuando, tras recibir un pase de Héctor, Pelayo recorre toda la línea y logra llevarse el balón ante la presión de Blasco y Aedo, centra para la aparición de un Paquito desmarcado que solo tiene que empujarla para el 3-2 que sería a la postre definitivo y que dejaba la serie empatada.

Para el partido que debería definir la nueva serie hubo que esperar dos semanas, no fue hasta el 24 de Julio que los vascos se medirían con el Campeón Nacional: el Deportivo Centro Gallego en busca de llevarse la Copa Jesús Azqueta.

No mostraba sin embargo el campo ubicado en el Lucero las mejores condiciones para un partido de tanta trascendencia y más que un terreno de futbol se asemejaba al lodazal de Antibes donde un mes antes la Selección Nacional había sido goleada 8-0 por el conjunto sueco.

Bajo la dirección de Tapia y vistiendo la camiseta azul celeste del Centro Gallego salieron al terreno los cubanos: Benito – Panchito, Chorens, Bolero, Bolillo, Juan, Magriña, Tomás, Dávila, Tuñas y Turquito se convertirían gracias a la rivalidad entre los clubs locales en visitantes en su propia tierra durante el transcurso del partido.

Por su parte el Euskadi, más local que nunca y aupado por un público local anti galleguista formaba con Blasco – Barcos, Aedo – Cilaurren, Muguerza, Zubieta – Urquiola, Luis Regueiro, Lángara, Larrinaga y Emilio. Todos bajo el arbitraje de Dunjó quien contó con Naya y Avelino en las líneas

Tras 39 minutos de duro bregar en la que los dos equipos buscaron el marco rival sin conseguir adelantarse llegó el primer gol del encuentro.

Magriña cobró un castigo en contra de la puerta vasca y cuando Tuñas se disponía a cabecear fue empujado por Cilaurren, el central no dudó y marcó la pena máxima. Tomás cobró y mandó el cuero a besar el tejido para el único gol de los primeros 45.

Jorge Dávila
Habían transcurrido sólo tres minutos de la segunda mitad cuando Magriña recogió un balón y arrancó por su banda agrupando a defensas primero y a Blasco después antes de ponerlo al segundo palo donde estaba Dávila completamente desmarcado para que el tico lo empujase y pusiera el 2-0.

Cuba jugaba mejor y no parecía que nada pudiera cambiar el trámite del partido y la victoria cubana, pero a los 20 minutos llegaba la jugada que cambiaría todo.

Tras un avance vasco Larrinaga logra vencer a Benito acción que levanta a la mayor parte del público que ovaciona el gol visitante, el color celeste de las camisetas galleguistas era más pesado para los seguidores de los clubs habaneros locales que el saber que los 11 hombres que la vestían eran cubanos y defendían el pabellón nacional frente a una selección extranjera.

El impacto de aquella acción probó ser demoledor para los jugadores cubanos que inmediatamente decaen en su accionar, bajón anímico que es aprovechado por Emilio para colocar el empate sólo 5 minutos después, Cilaurren con un disparo desde afuera del área coloca el 3-2 de los vascos que casi de inmediato colocaron el 4-2 por intermedio de Emilio tras recoger el rebote de un disparo de Lángara.

Los Alacranes salieron por fin de la modorra en los pies de su mejor jugador: Magriña, que se adentró en área vasca y de un disparo cruzado venció a Blasco para de paso revivir las esperanzas gallegas que murieron minutos más tarde cuando Emilio que campeaba por su respeto en la banda izquierda anotaba el quinto gol vasco.

Sin piernas, ni ánimos los gallegos sólo tuvieron el consuelo de ver como Magriña se internaba nuevamente en terreno contrario y anotaba el cuarto gol del equipo para el 4-5 final.

No fue sin embargo, el partido frente a los gallegos el último partido de los vascos en La Habana, como se esperaba, pues el Euskadi quedó nuevamente varado en la capital cubana al no poder conseguir pasajes rumbo a tierras aztecas, así que se organizó otro partido que tuvo lugar en el Gran Stadium Cerveza Tropical el 31 de Julio y para el cual se eligió al Deportivo Hispano América para despedir al Euzkadi.

Los hispanófilos mostraron una alineación peculiar con la presencia de una pareja de hermanos en la media y los tres hermanos Socorro en su once inicial que formó de la siguiente forma: Ayra bajo los tres palos, así como Panchito Socorro y Barquín en la defensa. Los hermanos Barrios junto a Mongo formaron en la media, dejando la delantera para Romano Socorro, Héctor Socorro, Olivera, Cubanaleco y Paquito Santos

Por su parte los visitantes formaban con Blasco – Barcos, Aedo, Cilaurren, Muguerza, Zubieta, Urquiola (sustituido por Pedro Regueiro en el último minuto de juego), Luis Regueiro, Lángara, Larrinaga y Emilio.

Larrinaga
A los 17 minutos Paquito dispara cruzado buscando el segundo palo de Blasco que se lanza tratando de desviar el balón, pero sin hacer contacto con este y cuando parecía que el cuero salía desviado, apareció Cubanaleco para depositarlo en el fondo de la portería vasca para adelantar a los Tigres.

Tres minutos más tarde Larrinaga empata el partido con un disparo desde afuera del área, pero apenas dos minutos más tarde Cubanaleco habilita a Héctor que vuelve a adelantar a los hispanófilos.

A los 31 Larrinaga vuelve a mostrar la potencia de sus disparos y con un bombazo desde lejos pone el 2-2 con que se llevaba al medio tiempo.

Serían nuevamente los Tigres los encargados de hacer accionar el marcador a los 25 minutos de la segunda mitad, cuando Romano levantó un centro que fue bien rematado por Cubanaleco, quien dos minutos más tarde tendría que dejar el campo lesionado en una de sus piernas, tras una entrada de Regueiro, Guerra ocuparía su lugar.

Fue el recién ingresado el encargado de poner el cuarto gol cubano, tras una gran galopada culminó ju jugada con un potente disparo ante el cual Blasco no pudo hacer nada.

A los 38 Olivera se hacía presente en el marcador culminando muy bien un centro de Romano, Luis Regueiro daba cifras definitivas (5-3) en el tiempo de descuento.

El 1 de agosto, en horas de la mañana, el Euskadi partía rumbo a México en el vapor “Orizabal”.

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